
Puebla, conocida como la cuna del mole y los chiles en nogada, también guarda otro tesoro gastronómico: sus dulces típicos. Con cada camote, tortita de Santa Clara o muégano, se descubre una historia que ha endulzado generaciones.
Delicias nacidas en conventos
Cuenta la leyenda que, en los conventos de la época colonial, las monjas no solo rezaban y cantaban, también experimentaban con recetas que combinaban lo que tenían a mano: almendras, frutas, miel y mucha creatividad. Así nacieron los camotes, las tortitas de Santa Clara y otros dulces que hoy son un orgullo de Puebla. Quién diría que los antojos conventuales darían lugar a una tradición tan dulce, ¿verdad?
Un festival para los sentidos
Pasear por un mercado en Puebla es como abrir la caja de Pandora, pero en versión gastronómica. Los colores vivos de las frutas cristalizadas, el aroma irresistible de los muéganos y la vista de los dulces colocados con esmero en vitrinas te invitan a probarlo todo. Y, siendo honestos, ¿quién puede resistirse? Cada bocado es una explosión de sabor que conecta el pasado con el presente.
Camotes y más allá
Si hablamos de dulces típicos, no podemos dejar fuera a los famosos camotes poblanos. Estos pequeños cilindros de sabor afrutado, envueltos en papel de colores, son un clásico que no pasa de moda. Pero no están solos: los macarrones de almendra y las tortitas de Santa Clara también compiten por el amor de los amantes del dulce. Cada uno tiene su propia personalidad, pero todos comparten esa magia artesanal que los hace únicos.
Un pedacito de historia en cada mordida
Los dulces típicos de Puebla no solo son deliciosos, también son portadores de historias. Desde los secretos guardados en los conventos hasta las recetas que las familias han transmitido por generaciones, cada dulce tiene un alma que lo conecta con el corazón de Puebla. Es más que comida; es cultura, tradición y orgullo.