
El reciente ofrecimiento de Donald Trump a Claudia Sheinbaum para enviar tropas estadounidenses a México con el fin de combatir el narcotráfico ha desatado un debate sobre soberanía, seguridad y relaciones bilaterales.
El ofrecimiento y la respuesta de Sheinbaum
Durante una conversación telefónica, Trump propuso que el ejército de EE.UU. ingresara a México para ayudar en la lucha contra los cárteles. Sin embargo, Sheinbaum rechazó la oferta, argumentando que el territorio mexicano es inviolable y la soberanía no se vende. En un evento público, la presidenta mexicana reafirmó que su gobierno está dispuesto a colaborar con EE.UU., pero sin permitir la presencia de tropas extranjeras en suelo mexicano.
Trump y su postura sobre el narcotráfico

Trump ha sido un crítico constante de la estrategia mexicana contra el narcotráfico, asegurando que los cárteles han causado estragos en ambos países. Según el mandatario estadounidense, México está dominado por grupos criminales, y la intervención militar de EE.UU. sería una solución efectiva. Además, ha utilizado el tema como argumento para imponer aranceles y aumentar la presión sobre el gobierno mexicano.
El dilema de la soberanía y la cooperación
El rechazo de Sheinbaum no es solo una cuestión de orgullo nacional, sino un principio fundamental de política exterior. México ha mantenido históricamente una postura firme contra la intervención militar extranjera, recordando episodios como la invasión estadounidense de 1846 o la ocupación francesa en el siglo XIX.
Sin embargo, la cooperación en seguridad entre ambos países sigue siendo clave. México y EE.UU. han trabajado en intercambio de inteligencia, operativos conjuntos y control del tráfico de armas y drogas, pero la presencia de tropas estadounidenses en territorio mexicano sigue siendo un límite infranqueable.
¿Colaboración o presión?
El ofrecimiento de Trump y la respuesta de Sheinbaum reflejan dos visiones opuestas sobre cómo abordar el problema del narcotráfico. Mientras EE.UU. insiste en una estrategia de intervención directa, México defiende su soberanía y busca soluciones dentro de sus propias estructuras de seguridad.
Este episodio no solo marca un momento clave en la relación bilateral, sino que también plantea una pregunta fundamental: ¿hasta dónde debe llegar la cooperación sin comprometer la independencia de un país?