El origen del conflicto: un quiebre en la soberanía diplomática

El 5 de abril de 2024 se convirtió en una fecha crítica para las relaciones entre México y Ecuador. Ese día, fuerzas policiales ecuatorianas ingresaron sin autorización a la embajada mexicana en Quito con la intención de capturar a Jorge Glas, exvicepresidente ecuatoriano, quien había solicitado asilo político bajo la protección de México. Este operativo, ordenado por el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, generó un fuerte rechazo por parte del gobierno mexicano, que calificó el acto como una violación grave al derecho internacional, específicamente a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.

Claudia Sheinbaum, presidenta de México, fue contundente en sus declaraciones tras el incidente: “Fue un ataque directo a nuestra soberanía y una violación inaceptable al principio de asilo político que México ha defendido históricamente”. Este acontecimiento marcó el inicio de una ruptura diplomática que permanece hasta la actualidad.

El posicionamiento actual: México no cede

Durante su reciente conferencia, Sheinbaum reafirmó que mientras Daniel Noboa siga siendo presidente de Ecuador, no habrá reanudación de relaciones diplomáticas. Además, criticó la reelección de Noboa en 2025, señalando irregularidades respaldadas por observaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA). Según Sheinbaum, “la contienda electoral no fue justa, y su victoria genera dudas sobre la legitimidad de su mandato”.

La mandataria mexicana dejó claro que un eventual restablecimiento de relaciones estará condicionado a un cambio en el liderazgo ecuatoriano y a una disculpa oficial por parte de Noboa. México considera que la reparación del daño diplomático es esencial para avanzar en cualquier diálogo.

Impacto diplomático y perspectivas a futuro

Esta situación no solo refleja las tensiones entre ambos gobiernos, sino que también plantea preguntas más amplias sobre el respeto al derecho internacional y la inviolabilidad de las sedes diplomáticas. México, conocido por su defensa del principio de asilo político, ha tomado esta postura como un ejemplo de su compromiso con la soberanía y los principios diplomáticos.

Sin embargo, el conflicto también tiene implicaciones económicas y sociales, afectando acuerdos bilaterales en temas como comercio y movilidad. Mientras tanto, el ambiente de tensión pone en pausa cualquier intento de reconciliación.

La relación entre México y Ecuador está en uno de sus puntos más críticos, y el futuro dependerá de la evolución política en Ecuador y de la capacidad de ambos países para encontrar un terreno común. Por ahora, la diplomacia se mantiene en jaque, con pocas señales de un desenlace próximo.

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