Las deportaciones en Estados Unidos no solo responden a políticas migratorias, sino que han evolucionado hasta convertirse en un lucrativo negocio para empresas privadas y sectores estratégicos. Desde centros de detención hasta aerolíneas especializadas, la expulsión de migrantes genera ganancias multimillonarias y refuerza una estructura que, lejos de ser meramente administrativa, opera como una industria en expansión.

Centros de detención: La maquinaria de la expulsión

A diferencia de otros países, donde las prisiones son administradas por el Estado, en EE.UU. los centros de detención de migrantes son gestionados por corporaciones privadas. Empresas como GEO Group y CoreCivic han capitalizado la política de deportaciones masivas, obteniendo contratos gubernamentales que les permiten expandir sus instalaciones y aumentar su rentabilidad.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha impulsado aún más este negocio. Desde su victoria electoral, el valor de las acciones de GEO Group ha aumentado en un 90%, mientras que CoreCivic ha visto un incremento del 50%. Estas empresas no solo administran centros de detención, sino que también participan en la construcción de nuevas instalaciones, asegurando que haya suficiente capacidad para albergar a los migrantes antes de su deportación.

Aerolíneas y vuelos de deportación: Un negocio en ascenso

Las deportaciones no terminan en los centros de detención. Las aerolíneas también han encontrado una oportunidad de negocio en el traslado de migrantes a sus países de origen. Empresas como CSI Aviation han sido contratadas para operar vuelos de deportación, organizando cientos de viajes cada año.

Desde principios de 2025, se han registrado más de 350 vuelos de deportación, con destinos que incluyen Guatemala, Brasil, China, Colombia, México y Venezuela. En algunos casos, los migrantes han sido enviados a prisiones en terceros países, como la megacárcel Cecot en El Salvador o la prisión de Guantánamo en Cuba.

El uso de aviones militares para deportaciones también ha sido una estrategia utilizada por el gobierno estadounidense, aunque recientemente se suspendió debido a los costos elevados en comparación con los vuelos comerciales.

¿Quién gana con las deportaciones?

El negocio de la deportación no solo beneficia a las empresas privadas, sino también a los fondos de inversión que respaldan estas corporaciones. BlackRock, Vanguard y Goldman Sachs son algunos de los principales accionistas de GEO Group y CoreCivic, lo que demuestra que la expulsión de migrantes es vista como una oportunidad de inversión rentable.

Además, el gobierno estadounidense destina miles de millones de dólares a contratos con estas empresas, asegurando que la infraestructura de deportación siga creciendo. La pregunta clave es: ¿hasta qué punto estas políticas responden a una necesidad de seguridad nacional y hasta qué punto son impulsadas por intereses económicos?

Las deportaciones en EE.UU. han dejado de ser un simple procedimiento migratorio para convertirse en una industria con múltiples actores y grandes ganancias. Desde los centros de detención hasta las aerolíneas, el negocio de la expulsión de migrantes sigue expandiéndose, mientras que los afectados quedan atrapados en un sistema que los trata como mercancía en tránsito.

Este fenómeno plantea interrogantes sobre la ética detrás de estas políticas y la influencia de los intereses privados en la toma de decisiones gubernamentales. ¿Es la deportación una estrategia de control migratorio o simplemente un negocio disfrazado de política pública?

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